29 julio 2005

Blogs en la Revista de Libros.

Les recomiendo encarecidamente la lectura de esta columna, publicada en la Revista de Libros de El Mercurio, cuyo autor es Álvaro Bisama, alias "El Comelibros". ¿El tema?: los blogs.

Rescato la siguiente cita: "Un blog es un sistema de escritura, pero también un modo de vida. Una manera de mantenerse en movimiento y a salvo (...) los pedazos de una ficción en curso sin destino claro que salen a flote como pequeñas imágenes de nuestro naufragio diario."

26 julio 2005

Retorno piano piano.

Ya empiezo a flexibilizar la dieta. De hecho, aunque podría empezar a comer "de todo", en palabras de la doctora, evitando sólo las frituras... de alguna manera he quedado con temor a la comida (horror!)... pero ya se me pasará. Tengo claro además, que el consumo de ciertos alimentos que aportaban grasas y calorías vacías a mi organismo simplemente no volverá a ser en volumen lo que era antes. Es curioso, existe en mí la dualidad de quien se interesa por temas de nutrición y salud, a la vez que goza comiendo y cocinando... en fin, equilibrio no más.

Un punto super positivo, que me motiva a no ser tan golosa como en mi "vida pasada": ¡he bajado considerablemente de peso!

Mi novio (palabra que ahora uso en el sentido que los chilenos le damos...) parte el jueves. Él me ha ayudado a volver, lentamente al mundo real; me "ha sacado a pasear"... ocurre que después de tanto tiempo en casa, cuesta salir a las calles, te marea un poco la gente y la locomoción. Además de regalonear y conversar harto, aprovechamos de ver "La Guerra de los Mundos" (sólo al oír la sirena que anunciaba un ataque de los aliens se me paraban los pelos), y nos dimos un atracón de películas a domicilio: "Pi, fe en el caos" (ah, las matemáticas pueden matarte...), "Mi vida y todo lo demás" (qué viejo está Woody Allen, por ello ahora traspasa su personaje-de-turno-alter-ego a actores más jóvenes) y "Entrecopas" (que contagia la pasión por el vino, además de ser una buena comedia... pero a mí el alcohol ya no me está permitido, de modo que seré catadora de té y café, que también tienen su gracia).

Y ahora, retomo con otro prisma mis quehaceres habituales; si me dedico a ellos concientemente tendré menos tiempo para leer y comentar en los blogs que leo, pero esto es algo que ya no puedo dejar, un vicio controlado.

22 julio 2005

Mi equilibrio espiritual.

Él ha llegado, y me transformo. De alguna manera me ilumino, aunque a la vez revelo mis zonas más oscuras y me comporto de maneras impensadas.

También he tomado una decisión importante, de ésas que están en la lista de las decisiones más importantes que tomas en la vida...

Los planes tan detalladamente trazados no siempre funcionan, y lo que "debería ser" o "lo ideal", no siempre se da (supongo que todos lo hemos comprobado al menos una vez); así que simplemente estoy optando por lo que vendría a ser "mi equilibrio espiritual", como dice una canción...

18 julio 2005

Mi estadía en el Sótero.

Tardé en relatar mi experiencia porque no tenía muy claro cómo abordarla en el blog. Además, había cosas que no deseaba recordar... pero heme aquí, finalmente.

Si bien desde principios de abril sabía que era necesario operarme, mi única alternativa real a corto plazo era entrar a pabellón de urgencia, lo que a fin de cuentas ocurrió. Mientras tanto, como relaté en otros post, andaba con susto y comiendo lo que buenamente podía.

e.r.

La lluviosa madrugada del 18 de junio, después de un nuevo ataque a la vesícula, el dolor continuaba y mi padre me llevó a la Urgencia del Sótero. La conocía, claro, era la segunda vez que estaba por la misma razón. Llevaba mi ecotomografía más reciente, y sabía que no encontraría allí ningún guapo doctor como Carter, o Kovacs, y que las condiciones distaban mucho de ser similares a la serie de TV que he seguido desde sus inicios. Las horas de espera en estos casos son lo peor; uno entiende que su caso no es de vida o muerte, pero cuando el tiempo pasa, pasa y sigue pasando, te sientes botada, hasta humillada.

Me sacaron sangre para hacerme unos exámenes, y en el intertanto fuimos a casa, donde pude dormir una hora. Yo, urgida porque no fuera a ocurrir que estuviera ausente cuando me avisaran de los resultados, le dije a mi padre que partiéramos de vuelta... pero en definitiva los resultados tardaron mucho más de lo esperado. Otro lapso de tiempo para que los vieran y resolver que sí, que tenían que operarme. Mientras ocurría todo esto, esperaba sentada en una silla (y no una camilla, como debiera ser en condiciones óptimas) con una bolsita de suero que sería mi compañera por varias horas.

Posteriormente, fui trasladada a una sala donde había otros pacientes que esperaban ser operados. Más suero, antibióticos inyectados por un nervioso estudiante en práctica, y más horas de espera... mi padre se las arregló para pasar a despedirse, así como mi novio, que providencialmente se encontraba de paso por Santiago.

Cerca de las 10 P.M pasé a pabellón, donde fui "crucificada" en la mesa de operaciones y una mascarilla me situó en el limbo, para que los doctores pudiesen realizar su trabajo.

Hospitalizada.

Estuve casi siete días en el Hospital. El primer día ya operada a puro suero (o sea sin comer) y sueño. Luego, te vas adaptando a las rutinas: control de temperatura y presión, inyección (o inyectación, o como se escriba) de remedios, hora de visitas (de dos a tres, mi gente llegaba pasadito, por cosas de trabajo), hora de comidas... (al tercer día ya podía comer régimen liviano, que implicaba poder "mascar"), etc. Uno comienza a percibir más nítidamente su cuerpo: cómo te duele al moverte o al estar mucho rato en una misma posición, y cuándo deja de doler; la respiración, los latidos, cuándo tienes que llamar a la enfermera para pedirle la "chata"; la conciencia al dar un paso tras otro, con cuidado, cuando ya es tiempo de dar unos paseos por la habitación, e ir sola al baño.

El tiempo transcurría lentamente, pero yo conversé poco con mis compañeras de pieza. La mayoría iba rotando, pues eran operadas de apendicitis o cosas que ameritaban 2 días no más. La excepción: una señora, muy simpática y buena gente, llevaba 2 semanas internada y los doctores no podían determinar lo que tenía... algo al hígado, seguro, pues tenía ictericia... después de salir de alta, me entero que era cáncer. Uf.

Me llamaba la atención la presencia de celulares y televisores. Si uno sólo quiere descansar en principio... al tercer día recién acepté el celular y mi personal, comencé a leer el diario y animarme un poco... cuando, tras un examen, surge la posibilidad de que tengan que intervenirme de nuevo (al otro día, y afortunadamente, esa posibilidad fue descartada).

Mis pensamientos corrían por rumbos diversos, y me fue imposible darles un orden adecuado, encausarlos a un fin útil, o apartarlos por si llegaba a mí la tan ansiada iluminación, pero sí observé mucho y saqué un par de conclusiones:

- Después de todo, ser atendida en el sistema público no fue TAN terrible. Al contrario, salvo
aspectos de mi paso por "e.r", no tengo queja alguna.
- Hay cosas MUCHO peores.
- Existen enfermeras que trabajan con auténtica vocación.
- Aprecias el esfuerzo de personas que luchan por superarse (estudiantes paramédicos).
- Valoras más las sonrisas y la importancia de decir "gracias".
- Recuerdas, una vez más, que tu familia siempre estará ahí cuando la necesites.

15 julio 2005

PILDORITAS.

Mi primer cumpleaños.

Como ando un poco "en otra", acabo de percatarme que el 13 de julio fue mi cumpleaños blogger número 1. Una bebé, pero en estas lides, me atrevo a decir que un año equivale a algo más...

Aunque seamos tantos los bloggers, con disímiles intereses, preferencias y opiniones, siento una sensación de pertenencia, y un feedback que me encanta (agradezco, como siempre, a quienes dejan su huella por acá), y pienso que no me tengo por qué comparar con los top-más-visitados (lo digo porque hay quienes se deprimen porque "apenas" les dejan comentarios 3, 6, ó 17 personas).

Estoy muy contenta con la existencia de este jardín semi-secreto, y ojalá lo pueda seguir manteniendo por más tiempo.

Negociación.

Aclaración previa: cuando me refiero a "familia", se trata de un concepto extendido, ya que mantenemos permanente contacto y unión en los momentos difíciles.

He pensado que, así como las pruebas que sufrió el bueno y paciente Job fueron el resultado de una apuesta de Dios con Belzebú, tal vez el Gran Jefe conversó a un nivel inconsciente conmigo, sosteniendo el siguiente diálogo:

- Nadia, es probable que alguien de tu familia o tú pasen a mejor vida en el curso de este año.
- ¡No! ¿Y se puede hacer algo para evitarlo? (no sé cómo tuve cara para negociar)
- Mmmm... a ver, por 6 miembros operados de la familia, incluida tú, lo dejamos para otra ocasión.
- Trato hecho!


Resultado... 2 tíos de no más de 60 años operados de cataratas, mi madrina operada de la mano por un problema al túnel carpiano (ella, que tiene el don de cocinar exquisito y coser super bien), una prima operada de la garganta, otra de las amígdalas, y yo... ya saben.

Convocatoria.

Quienes vivan en La Florida (bloggers y lectores), y estén interesados por lo que en esta comuna ocurra, a todo nivel, escriban a: nadia.xf@gmail.com.

07 julio 2005

Londres.

Londres, ciudad que espero conocer algún día, sufrió un atentado brutal.
¿Qué viene después?.
Hasta cuándo...

Recordemos sin embargo, y al mismo tiempo, las cientos y miles de muertes de inocentes civiles que no hacen noticia, pues ocurren a diario en otros lugares del mundo...

04 julio 2005

Resistencia al dolor.

Debido a que el tajito de mi operación ha presentado algunos problemas en su cicatrización, y requiere curaciones periódicas, he podido comprobar, una vez más, que mi resistencia al dolor físico es mínima. No me desmayo cuando veo sangre ni grito al primer síntoma de dolor, pero... al contemplar la herida o al sentir cierto dolorcillo, ayayay... poca tolerancia. Me da un poco de rabia conmigo misma, porque sé que hay cosas peores, y me pregunto si las resistiría. Si me torturaran, por ejemplo, caería muy luego. Eso no es bueno. Y me siento débil y malhumorada.

Los otros dolores, sin embargo, creo tolerarlos mejor; y me parece una contradicción.