08 julio 2010

Ella ya no puede caminar.

Esto ocurrió hace años: una campesina, que en aquel tiempo tenía tres hijos, dos jóvenes y una pequeña de 5 años, participaba en una campaña política trabajando en terreno. Se tenía la mala costumbre de subir un montón de gente en la parte trasera de las camionetas que recorrían el campo...
Un día, la camiioneta en la que ella iba se volcó, y las consecuencias fueron inesperadas y dolorosas: quedó paralítica.
En primer lugar se rebeló contra Dios, se preguntó "¿por qué a mí?" y observó cómo cambiaba su vida, perdió movilidad, debió depender de otros para muchas cosas, ya no pudo criar tan de cerca a su hija, en fin, imagínense.
Sin embargo, encontró una salida: se convirtió en un agente activo en su comunidad, participando en la junta de vecinos, y en lo laboral, convirtió lo que era una simple afición (el tejido) en un modo de ganarse la vida.
Yo, francamente, no sé cómo reaccionaría ante algo así, o algo similar (la pérdida de alguna extremidad, de la visión, etc.). Creo que son pruebas enviadas para enseñar algo, sin duda, y gratifica el corazón ver en este mundo tantas historias de superación personal.