15 septiembre 2006

Viviendo con la suegra.

Conviví con mi suegra durante tres semanas… mi experiencia estuvo bastante alejada de muchas historias que he oído y que llegan a ser auténticos cuentos de terror, pero me sirvió para entender y/o aprender ciertas cosas:

- Él siempre será “su niño”.
- Si ella hace las cosas de un modo y tú de otro, aunque sea más fácil o más rápido hacerlo a tu manera, lo más seguro es que la suegra permanecerá firme en sus trece (ja, es una expresión muuuy antigua ésta).
- Es cuestión de cortesía y un reconocimiento a la experiencia el ceder tu puesto de dueña de casa (en mi caso, fue de gran ayuda su presencia acá).
- Tolerancia y paciencia las comienzas a ejercer por partida doble: con tu pareja (como siempre), y además, con su madre.
- Valoras tu independencia… claro, por muy buena persona que sea la suegra, siempre será mejor que esté de visita no más, je, je…

Ahora más en serio, y en relación al último punto, hay muchos casos en que por motivos económicos (parejas que no tienen los medios para independizarse habitacionalmente) no queda otra alternativa… esta puede ser una situación difícil de sobrellevar, cuando se producen serias diferencias de opiniones –por llamarlas de manera elegante- entre suegra y nuera, especialmente cuando ésta se siente todo el tiempo fiscalizada, o cuando la suegra simplemente se mete donde no la llaman… siendo justa, esto puede pasar hacia el otro lado también (la mamá de una), pero yo escribo desde la perspectiva femenina.

A veces el pobre hombre se ve dividido entre sus dos amores, en circunstancias que son afectos distintos, y se produce cada problema… lo mejor, como se dice, es tratar de llevar la fiesta en paz. Después de todo, la madre siempre será la madre, ella lo conoce de toda la vida, literalmente.

Y yo… agradezco nuevamente tener una suegra buena como el pan, de lo contrario este post habría sido de puros descargos (y quizá habría sido motivo de discusión con él).