17 enero 2013

Reflexión encanecida.

Me gusta sentir la cara despejada cuando tengo que estudiar alguna materia o cuando hace calor. Ayer, al hacerme un moño frente al espejo del baño, surgieron nuevamente mis canas en todo su esplendor, y vi que igual son hartas.
 
Había decidido hace bastante tiempo no teñirme, por varias razones, pero la imagen que el espejo me devolvió me hizo dudar por un momento. Al ser mujer, las canas son un tema, sobre todo porque somos bombardeadas por la publicidad y la imposición de ciertos cánones de belleza que han creado casi la obligación de teñirse.
 
El punto es que al mirarme me sentí vieja. Y odié esa sensación. Sé que lo esencial es la actitud, tener el espíritu joven, y eso es lo que me está faltando.

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