16 junio 2015

"Terapearse"

Sí, se ha convertido en verbo... es algo habitual, de lo que ya no nos avergonzamos, afortunadamente. Yo voy a terapia, no por gusto, sino como parte de algo que debo hacer, pero ha resultado positivo como una forma de autoconocimiento. Sé que le podría sacar aún más provecho, pero ahí ha habido un error de mi parte nada más.

El feeling con el terapeuta es esencial, cuando no lo hay, se pueden lograr resultados igual, pero menores, eso creo yo. A mí me ha pasado unas cuantas veces que no ha habido casi ninguna sintonía con el sicólogo o siquiatra... y todo mal, vas con pocas ganas, las sesiones no son fructíferas, en fin...

Por experiencia sé que creer en los momentos más duros: "puedo salir solo(a)", no siempre da resultado, es entonces cuando esta ayuda resulta importante para empezar o continuar un proceso que combinado o no con remedios, según sea el caso, nos puede dar varias luces acerca de quiénes somos, lo que nos mueve, por qué nos comportamos de cierta manera, etc.

Aquí me estoy referiendo a la terapia más tradicional, pero no puedo dejar de mencionar las terapias alternativas, ya que he  probado con algunas, que son todo un mundo y un camino interesante, en que es sumamente importante la persona del terapeuta también, que sea serio y responsable.

En ocasiones se siente como si el terapeuta fuese tu amigo(a); quizás porque algunos son bastante acogedores y empáticos, o han logrado enganchar contigo en uno o más niveles. Creo que no hay que confundirse... quizás se puede llegar a ser amigo de tu terapeuta, pero ahí se pierde cierta objetividad necesaria en la labor.

Depresión

Si bien hay personas que van a terapia para ordenar sus ideas, conocerse mejor, superar traumas, otras veces la terapia pasa por ser un requisito indispensable del tratamiento de una depresión u otro problema de salud mental. Hablando específicamente de la depresión, por experiencia creo que en los momentos más oscuros ni eso ayuda, precisamente porque se ve todo negro; aunque en mi caso, la ida al sicólogo era lo que en ocasiones me obligaba a levantarme de la cama, ponerme en movimiento en un tiempo en que no quería nada de nada. Y sí, más de alguna vez supieron poner las cosas en perspectiva y yo salí un poco más aliviada de la sesión. Pero salir, salir de un estado depresivo supone en última instancia un salto fuera del hoyo negro, un salto en el que uno se impulsa con su propio cuerpo, con sus propios medios, y con esto no estoy desestimando para nada toda la ayuda, el apoyo externo que uno pueda recibir de las personas que te quieren y otras que conociéndote poco o nada, te ayudan igual... pero si la persona no se ayuda, se quedará en el hoyo por más tiempo o terminará por hundirse.

Mucho se ha dicho y escrito sobre la depresión; aquí dejo una cita que me gustó, extraída de un reportaje del suplemento Tendencias (Diario La Tercera):

"Se trata  de entender el mensaje que este doloroso estado de ánimo trae. Cuál es nuestro verdadero propósito, quiénes y qué cosas nos hacen felices, cómo cuidamos nuestra salud y vivimos una vida positiva.

La depresión puede llegar a  ser una suerte de destrucción creativa, guiándonos a una verdadera reevaluación, nuevos significados, metas, comportamientos e, incluso, una nueva narrativa de vida." (Jonathan Rottenberg)

No hay comentarios.: